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EDICIÓN 2417 ¡BUENOS DÍAS!

  • surestemensaje
  • 22 oct
  • 2 Min. de lectura
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¡BUENOS DÍAS!

Después de algunas semanitas de ausencia, ya sea por forzadas vacaciones o descanso obligatorio, nuevamente estoy de regreso… ¡porque usted lo pidió! Sí, ya sé que esto último no es cierto, pero en el afán de sentirme importante, tuve el vanidoso deseo de escribirlo así. En fin, estimado lector, “haiga sido como haiga sido”, lo bueno es que ya llegué… y continuamos.

FÁBULA DE ESOPO

Hallándose dormido un león, un ratón comenzó a retozar encima de su cuerpo, el león despertó furioso y atrapó al roedor, cuando ya se disponía a comérselo, éste le pidió que lo soltara, prometiéndole que, si le perdonaba la vida, le pagaría de manera cumplida en su oportunidad. El león se echó a reír y dejó que el ratón se marchara.

Poco tiempo después, unos cazadores habían capturado al “rey de la selva” y lo ataron a un árbol con una cuerda, al escuchar el ratón gemir al león su desconsuelo, corrió hacia donde éste se encontraba y empezó a roer la cuerda que lo sujetaba, hasta que lo liberó.

“En una ocasión”, le dijo el ratón, “te burlaste de mí, porque no esperabas que pudiese algún día agradecer que me perdonaras la vida, bueno es que sepas que también los ratones somos agradecidos”.

La moraleja, aprendizaje o lección que esta fábula nos enseña es la siguiente: a través de la historia ha quedado demostrado que gracias a los seres indefensos o vulnerables, es que existen y persisten los poderosos… ¿Cómo de que no? ¡Claro que sí!

RECORDANDO A

”SAN JUDITAS”

El siguiente relato que expongo ante usted, amable lector, es en relación a un acontecimiento que tuvo lugar en el vecino puerto de Coatzacoalcos, en la colonia Adolfo López Mateos, allá por el año 2003.

Resulta que un prominente empresario de apellido ARROCHA, dedicado a la reparación y mantenimiento de autos, camionetas y camiones, en franco y sincero agradecimiento por el enorme éxito logrado en su negocio y movido por una inmensa fe, decidió construir al fondo de su próspero taller, un altar exclusivo para SAN JUDAS TADEO, su benefactor.

Todo hubiera seguido un curso normal, de no ser porque el señor ARROCHA, le pidió a su hijo que se encargara de la realización del altar, del santo patrono. Pero aquel muchacho, en su afán por demostrarle a su padre que él también era débil para negociar, se dedicó a solicitar presupuestos y comprar el nicho más barato.


Cuando el dueño del taller supo el motivo del atraso de los trabajos del altar, le recriminó a su hijo, diciéndole que en aquel caso no procedía andar con “pichicaterías”, porque es un hecho que nadie escatima a la hora de pedir, y más aún, ¡que “SAN JUDITAS!, cuando dice a dar… ¡te da hasta para llevar!

 

 
 
 

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